Prestamista de última instancia
¿Qué es el prestamista de última instancia?
Un prestamista de última instancia (LoR, por sus siglas en inglés) es una institución, generalmente el banco central de un país, que ofrece préstamos a bancos u otras instituciones elegibles que están experimentando dificultades financieras o se consideran de alto riesgo o al borde del colapso. En los Estados Unidos, la Reserva Federal actúa como prestamista de última instancia para las instituciones que no tienen ningún otro medio de endeudamiento y cuya falta de obtención de crédito afectaría dramáticamente la economía.
Conclusiones clave
- Un prestamista de última instancia proporciona crédito de emergencia a las instituciones financieras que atraviesan dificultades financieras y están al borde del colapso.
- La Reserva Federal, u otro banco central, normalmente actúa como prestamista de último recurso para los bancos que ya no tienen otros medios disponibles para obtener préstamos y cuya falta de obtención de crédito afectaría drásticamente a la economía.
- Algunos argumentan que tener un prestamista de última instancia fomenta el riesgo moral: que los bancos pueden correr riesgos excesivos sabiendo que serán rescatados.
Entender al prestamista de última instancia
El prestamista de última instancia funciona para proteger a las personas que han depositado fondos y para evitar que los clientes se retiren por pánico de los bancos con liquidez limitada temporal. Los bancos comerciales generalmente tratan de no pedir prestado al prestamista de última instancia porque tal acción indica que el banco está atravesando una crisis financiera.
Los críticos de la metodología del prestamista de última instancia sospechan que la seguridad que proporciona inadvertidamente tienta a las instituciones calificadas a adquirir más riesgo del necesario, ya que es más probable que perciban las posibles consecuencias de las acciones riesgosas como menos graves.
Prestamista de última instancia y prevención de corridas bancarias
Una corrida bancaria es una situación que ocurre durante períodos de crisis financiera cuando los clientes bancarios, preocupados por la solvencia de una institución, descienden en masa al banco y retiran fondos. Debido a que los bancos solo mantienen un pequeño porcentaje de los depósitos totales como efectivo, una corrida bancaria puede agotar rápidamente la liquidez de un banco y, en un ejemplo perfecto de una profecía autocumplida, hacer que el banco se vuelva insolvente.
Las corridas bancarias y las subsiguientes quiebras bancarias prevalecieron después de la caída del mercado de valores de 1929 que condujo a la Gran Depresión. El gobierno de EE. UU. Respondió con una nueva legislación que imponía requisitos de reserva a los bancos, exigiendo que mantengan por encima de un cierto porcentaje de pasivos como reservas de efectivo.
En una situación en la que las reservas de un banco no evitan una corrida bancaria, un prestamista de última instancia puede inyectarle fondos en una emergencia para que los clientes que buscan retiros puedan recibir su dinero sin crear una corrida bancaria que empuje a la institución a la insolvencia.
Críticas a los prestamistas de última instancia
Los críticos de la práctica de tener un prestamista de último recurso alegan que alienta a los bancos a tomar riesgos innecesarios con el dinero de los clientes, sabiendo que pueden ser rescatados en caso de apuro. Tales afirmaciones fueron validadas cuando grandes instituciones financieras, como Bear Stearns y American International Group, Inc., fueron rescatadas en medio de la crisis financiera de 2008. Los defensores afirman que las posibles consecuencias de no tener un prestamista de última instancia son mucho más peligrosas que la asunción excesiva de riesgos por parte de los bancos.