19 abril 2021 13:50

Inversión autónoma

¿Qué es una inversión autónoma?

Una inversión autónoma es cuando un gobierno u otro organismo realiza una inversión en un país extranjero sin tener en cuenta su nivel de crecimiento económico o las perspectivas de que esa inversión genere rendimientos positivos. Estas inversiones se realizan principalmente con fines de estabilidad geopolítica, ayuda económica, mejora de la infraestructura, seguridad nacional o individual o objetivos humanitarios.

Conclusiones clave

  • La inversión autónoma es la parte de la inversión total realizada por un gobierno u otra institución independiente de consideraciones económicas.
  • Estos pueden incluir inversiones gubernamentales, fondos asignados a bienes públicos o infraestructura y cualquier otro tipo de inversión que no dependa de cambios en el PIB.
  • A diferencia de la inversión inducida, que busca aprovechar las oportunidades económicas, la inversión autónoma se realiza por necesidades o propósitos de estabilidad o seguridad.

Entender la inversión autónoma

Las inversiones autónomas se realizan porque se consideran necesidades básicas para el bienestar, la salud y la seguridad de las personas, organizaciones o países, y se ejecutan incluso cuando los niveles de ingresos disponibles para la inversión son nulos o cercanos a cero.

Las inversiones autónomas incluyen el reabastecimiento de inventarios, inversiones gubernamentales en proyectos de infraestructura como carreteras y autopistas, y otras inversiones que mantienen o mejoran el potencial económico de un país. No aumentan en respuesta a un mayor crecimiento del producto interno bruto (PIB), ni se reducen en respuesta a las contracciones económicas, lo que indica que no están motivados por las ganancias, sino más bien por el objetivo de mejorar el bienestar social.

La Ley de Recuperación y Reinversión Estadounidense de  2009  (ARRA) proporciona muchos ejemplos de inversión autónoma.

Inversión autónoma frente a inversión inducida

Las inversiones autónomas contrastan con las inversiones inducidas, que aumentan o disminuyen en respuesta a los niveles de crecimiento económico. Las inversiones inducidas tienen como objetivo generar beneficios. Dado que responden a cambios en la producción, tienden a ser más variables que las inversiones autónomas; estos últimos actúan como una fuerza estabilizadora importante, ayudando a reducir la volatilidad en la inversión inducida.

Por ejemplo, a medida que aumenta la renta disponible, también lo hace la tasa de consumo inducido. Este proceso se aplica a todos  los bienes  y servicios normales. Cuando las personas tienen más ingresos disponibles, están en una mejor posición para ahorrar o invertir dinero para utilizarlo como ingresos futuros.

Las inversiones autónomas e inducidas pueden pensarse en términos de la propensión marginal a invertir (IPM): el cambio en la inversión expresado como una proporción del cambio en el crecimiento económico. Cuando esa propensión marginal es cero, la inversión es autónoma. Cuando es positivo, se induce la inversión.

Factores que afectan la inversión autónoma

Técnicamente, las inversiones autónomas no se ven afectadas por factores externos. En realidad, sin embargo, varios factores pueden afectarlos. Por ejemplo, las tasas de interés tienen un impacto significativo en las inversiones realizadas en una economía. Las tasas de interés altas pueden reducir el consumo, mientras que las tasas de interés bajas pueden estimularlo. A su vez, esto afecta el gasto dentro de una economía.

Las políticas comerciales entre países también pueden afectar las inversiones autónomas realizadas por sus ciudadanos. Si un productor de bienes baratos impone aranceles a las exportaciones, entonces tendría el efecto de encarecer los productos terminados para geografías externas.

Los gobiernos también pueden imponer controles sobre las inversiones autónomas de un individuo a través de impuestos. Si se grava un bien básico del hogar y no hay sustitutos disponibles, la inversión autónoma correspondiente puede disminuir.