Unión Monetaria
¿Qué es una unión monetaria?
Una unión monetaria es cuando dos o más economías (generalmente países soberanos) comparten una moneda común o deciden mutuamente fijar sus tipos de cambio a la misma moneda de referencia para mantener similar el valor de su dinero. Uno de los objetivos de la formación de una unión monetaria es coordinar la actividad económica y la política monetaria entre los estados miembros. Una unión monetaria a menudo se denomina «unión monetaria».
Conclusiones clave
- Una unión monetaria es donde dos o más países o economías comparten una moneda.
- Una unión monetaria también puede referirse a un país que adopta una paridad con la moneda de otro país, como el dólar estadounidense.
- La unión monetaria más grande es la zona euro, en la que 19 miembros comparten el euro como moneda a partir de 20201.
Comprensión de las uniones monetarias
Una unión monetaria es cuando un grupo de países (o regiones) usa una moneda común. Por ejemplo, ocho naciones europeas crearon el Sistema Monetario Europeo en 1979. Este sistema consistía en tipos de cambio mutuamente fijados entre los países miembros. En 2002, doce países europeos acordaron una política monetaria común, formando así la Unión Económica y Monetaria Europea. Una razón por la que los países forman estos sistemas es para reducir los costos de transacción del comercio transfronterizo.
Una unión monetaria o unión monetaria se distingue de una unión económica y monetaria de pleno derecho en que implican compartir una moneda común pero sin mayor integración entre los países participantes. Una mayor integración puede incluir la adopción de un mercado único para facilitar el comercio transfronterizo, lo que implica la eliminación de barreras físicas y fiscales entre países para liberar el movimiento de capital, trabajo, bienes y servicios con el fin de fortalecer las economías en general. Los ejemplos actuales de uniones monetarias incluyen el euro y el franco CFA, entre otros.
Otra forma en que los países unen su moneda es mediante el uso de una paridad. Los países suelen vincular su dinero a las monedas de otros, generalmente al dólar estadounidense, al euro o, a veces, al precio del oro. Las paridades cambiarias crean estabilidad entre los socios comerciales y pueden permanecer vigentes durante décadas. El dólar de Hong Kong ha estado vinculado a un tipo de cambio de 7,8 dólares de Hong Kong al dólar estadounidense desde 1983. El dólar de las Bahamas ha estado vinculado a la paridad con el dólar desde 1973.
Además de una paridad, algunos países adoptan una moneda extranjera. Por ejemplo, el dólar estadounidense es la moneda oficial en El Salvador y Ecuador, junto con las naciones insulares caribeñas de Bonaire, Sint Eustatius y Saba. El franco suizo es la moneda oficial tanto en Suiza como en Liechtenstein.
Hay más de 20 uniones monetarias oficiales, la mayor de las cuales es el euro, que utilizan 19 de los 28 miembros de la Unión Europea. Otro es el franco CFA, respaldado por el tesoro francés y vinculado al euro, que se utiliza en África central y occidental además de en Comoras. El dólar del Caribe Oriental es la moneda oficial de Anguila, Antigua y Barbuda, Dominica, Granada, Montserrat, Saint Kitts y Nevis, Santa Lucía y San Vicente y las Granadinas.
Historia de las uniones monetarias
En el pasado, los países han establecido uniones monetarias para facilitar el comercio y fortalecer sus economías, y también para unificar estados previamente divididos. En el siglo XIX, la antigua unión aduanera de Alemania ayudó a unificar los distintos estados de la Confederación Alemana con el objetivo de incrementar el comercio. Más estados se unieron a partir de 1818, lo que provocó una serie de actos para estandarizar el valor de las monedas negociadas en el área. El sistema fue un éxito y condujo a la unificación política de Alemania en 1871, seguida de la creación del Reichsbank en 1876 y el Reichsmark como moneda nacional.
En 1865, Francia encabezó la Unión Monetaria Latina, que abarcaba a Francia, Bélgica, Grecia, Italia y Suiza. Las monedas de oro y plata se estandarizaron y se convirtieron en moneda de curso legal y se intercambiaron libremente a través de las fronteras para aumentar el comercio. La unión monetaria tuvo éxito y otros países se unieron. Sin embargo, se disolvió formalmente en 1927 en medio de la agitación política y económica durante la primera parte del siglo. Otras uniones monetarias históricas incluyen la Unión Monetaria Escandinava de la década de 1870 basada en una moneda de oro común.
Evolución de la Unión Monetaria Europea
La historia de la unión monetaria europea en su forma contemporánea comienza con las estrategias de unificación económica aplicadas a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. El Acuerdo de Bretton Woods, adoptado por Europa en 1944, se centró en una política de tipo de cambio fijo para evitar las salvajes especulaciones del mercado que causaron la Gran Depresión. Otros acuerdos reforzaron la unidad económica europea, como el Tratado de París de 1951 por el que se estableció la Comunidad Europea del Acero y el Carbón, que luego se consolidó en la Comunidad Económica Europea en 1957. Sin embargo, las dificultades económicas mundiales de la década de 1970 impidieron una mayor integración económica europea hasta que se renovaron los esfuerzos a fines de la década de 1980.
La eventual formación de la Unión Económica y Monetaria Europea fue posible gracias a la firma del Tratado de Maastricht de 1992. Así, el Banco Central Europeo fue creado en 1998, con tipos de cambio y conversión fijos establecidos entre los estados miembros.
En 2002, doce estados miembros de la Unión Europea adoptaron el euro como moneda única europea. A partir de 2020, diecinueve países utilizan el euro como moneda.
Críticas al sistema monetario europeo
Bajo el Sistema Monetario Europeo, los tipos de cambio solo se pueden cambiar si los países miembros y la Comisión Europea están de acuerdo. Este movimiento sin precedentes atrajo muchas críticas. Tras la Gran Recesión se hicieron evidentes problemas importantes en las políticas fundamentales del Sistema Monetario Europeo.
Ciertos estados miembros – Grecia, en particular, pero también Irlanda, España, Portugal y Chipre – experimentaron altos déficits nacionales que se convirtieron en una crisis de deuda soberana europea. Debido a que no controlaban su propia política monetaria, estos países no podían recurrir a la devaluación de la moneda para impulsar las exportaciones y, por ende, sus economías. Las reglas tampoco les permitieron incurrir en déficits presupuestarios para reducir las tasas de desempleo.
Desde el principio, la política del Sistema Monetario Europeo prohibió intencionalmente los rescates a las economías en crisis de la eurozona. En medio de la renuencia vocal de los miembros de la UE con economías más fuertes, la Unión Económica y Monetaria Europea finalmente estableció medidas de rescate para brindar alivio a los miembros periféricos que luchan.